martes, 5 de marzo de 2013

Fantasma del pasado.

¿Cómo una vida puede cambiar tanto? ¿Cómo el silencio se hace notar con la soledad? ¿Cómo el frío congela la sangre que llevan nuestras venas haciendo que el corazón deje de latir?

El tiempo se para, la oscuridad va creciendo, los ojos se nublan y no nos dejan ver. Frío. Solo silencio, lo único que se oye son unos golpes con un ritmo desigual, lento y débil.

Esos golpes suenan lejanos pero están cerca, más cerca de lo que nos imaginamos. Es un sonido agradable, casi familiar, hacía mucho que no escuchaba algo así, suena como un fantasma del pasado en mi cabeza.
Siento frío, mi cuerpo no se mueve, no me muevo porque creo que si lo hago caeré y me romperé como una figurita de cristal, frágil, así me siento.

Algo me pasa, cada vez escucho más cercanos estos golpes, parece que me persiguen y lo más raro, empiezo a notar calor.

Empieza a recorrer mi cuerpo una calidez muy agradable, comienza por mis manos y se va transmitiendo al resto de mí cuerpo.

Siguen los golpes y cada vez son más fuertes.

Mi mente se va despejando y con ello mis ojos, la oscuridad que los envolvía se va disipando y me deja entrever lo que se sitúa delante.

Estoy nervioso, los golpes están cerca.

No noto ya el frío y me atrevo a moverme, levanto mis manos para aclararme los ojos.

¡Necesito ver que tengo delante! ¡ Deseo descubrir el origen de esos incesantes golpes!

Abro los ojos y veo borroso pero distingo una figura delante mía, parece una chica, puedo ver su pelo, reconozco su figura.
Me he dado cuenta que tiene sus manos unidas a las mías y que es gracias a ella que noto calor.
He descubierto que eran esos golpes que se oían a lo lejos y que me eran tan familiares.

Era el latido de su corazón llamando al mío, dándole de nuevo vida.

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