viernes, 30 de agosto de 2013

El error

Esta es la historia de dos jóvenes que aprendieron que es el amor juvenil por primera vez, los pros y sus contras, y como se puede acabar todo en lo que dura un suspiro. Al final de cada historia siempre hay una enseñanza y esta no será un excepción.

Nuestra historia comienza una tarde de Junio, nos encontramos en Sevilla, comienzos del verano, es una tarde calurosa y más en esta ciudad, donde el calor se convierte en flama.
Aquí nos encontramos con nuestra protagonista, se encuentra sentada en un banco, justo al lado de la rivera del río, está sola.
Ella estaba dolida, su ex le había hecho ya mucho daño, muchas vueltas a su cabeza, demasiadas para su juventud, tan solo era una niña con unos sentimientos contradictorios a su edad.
Sentada mirando el río, mirando la nada, intentando que sus pensamientos se diluyeran un rato en las aguas del Guadalquivir, necesitaba evadirse de todo aquello que la había hecho sentirse triste.
Ojeó su móvil en busca de algo que pudiera distraerla, twitter, tuenti... Entonces se acordó de un chico que había conocido el otro día, un joven malagueño con una sonrisa especial y muy divertido.
Pensó en agregarle, pero le daba vergüenza,pero algo le empujo a darle a agregar y entonces, ya no había vuelta atrás.
Esperó a que él la agregara, pero ella pensaba que cómo la iba a aceptar si no la conocía de nada, era impensable que fuera a resultar aquel intento de conocer a alguien nuevo.
Pasaban los minutos y se dio por vencida, se levantó del banco y volvió a su casa de la misma manera que vino, sola..
Justo antes de entrar en casa su móvil se puso a vibrar, y entonces lo vió, era ÉL, la había aceptado, no podía creérselo, hacía mucho que no sonreía de esa manera y con ese simple gesto, algo se dibujó en su cara, una tímida sonrisa, no muy consistente, pero que si te fijabas se veía, es como el brillo de los ojos en una persona, si te acercas y observas lo podrás apreciar.
No sabía que hacer, si hablarle ya o esperar un poco, porque si le hablaba ya parecería una histérica, pero si tardaba mucho parecería un pasota, y ahí tenía su dilema.
Al final le habló, fue un simple "hola, que tal" un comienzo muy normal para una situación un tanto chocante. La conversación comenzó a fluir y esa noche terminó con un "adios, ya hablamos".
Era suficiente, no necesitaba más por ese día, ya sabía que quería seguir conociéndole  le parecía interesante, captaba su interés.
Al principio hablaban poco, las típicas conversaciones de que tal el día, como ha ido el entrenamiento, cosas así, pero a medida que pasaba el tiempo, nuestros protagonistas cogieron confianza el uno en el otro y fue cuando ya empezaron a hablar hasta altas horas de la madrugada, ya no eran aburridas conversaciones típicas que suenan siempre a tópico, ya eran conversaciones interesantes, llenas de "tonteo" donde ya se notaba el interés de ambos.
Un día nuestra protagonista, llegó a casa después de entrenar, se duchó, peinó y cenó como todos los días y se dispuso a hablar con el malagueño, pero algo no era igual, él no era igual, se le notaba distante, no ponía interés, no era el mismo. Ella le preguntó si le pasaba algo y entonces el respondió con un "lo siento" entonces él se sinceró, le dijo que ya no quería seguir con esto, que ya no le hablaría más, que no quería ilusionarla porque sus sentimientos no eran los mismos, no podía corresponderla.
Se le vino el mundo encima, no sabía donde meterse, se volvía a sentir igual que el día que estaba en el banco, se sentía de nuevo sola.
Dejaron de hablarse, ella intentaba no pensar en todo esto, ya que lo primero eran los estudios, pero no podía parar de pensar en ese malagueño, dicen que los malagueños tenemos algo único que tanto gusta, o eso he oido yo, pero sigamos;  dejaron de hablarse, aunque ella siempre intentaba hablar con él pero siempre la evitaba, por miedo a hacerle daño a esa pequeña sevillana, no quería hacerle el daño que ya le hizo en su día otra persona, nunca quiso mal alguno para esa joven.
Unos meses más tarde se volvieron a encontrar, compartían una afición en común, ambos practicaban el mismo deporte y por fuerza se verían, él llegó a Sevilla, compitió en el campeonato y entonces llegó el momento que no quería vivir, el momento de encontrarse de nuevo, el joven malagueño hizo todo lo que pudo por no verla y ella igual, aunque su corazón le decía de acercarse, pero nada pasó ese día, el malagueño volvió a su tierra y ella se quedaba de nuevo allí, sin él.
Al cabo de una semana la joven fue a Málaga a casa de una amiga común de ambos, se quedó unos días allí, los cuales tuvo que verle todos los días, no se hablaban, la tensión que había entre los dos se notaba a la legua, tensión, incomodidad, puedes llamarlo como quieras, yo lo llamaría vergüenza a hablarse de nuevo, a miedo a probar que pasaría si se hablasen.
Llegó el último día y nuestro malagueño se acercó a ella para despedirse, ella pensaba que no se despediría de ella, pero se acercó a ella y le dio dos besos, antes de despedirse le dijo "ya hablamos luego" Dejó atrás todo su orgullo y le habló, por fín le habló,ella se sentía rara pero a la vez no cabía en si de gozo.
Volvieron a hablar esa noche, como si el tiempo no hubiera pasado, como si nunca hubiera habido un paréntesis que los separara, volvían a no sentirse solos.
A medida que pasaba el tiempo, las cosas iban mejorando, retomaban el camino donde lo habían dejado aquella vez, pero esta vez todo apuntaba a que encontrarían el correcto.
Otro evento deportivo, una nueva oportunidad de verse, ella pensó en darle una sorpresa y se la dio, se quedó con él a dormir junto con el resto de compañeros en su habitación, los dos juntos, fue una noche ,mágica, llena de emociones encontradas y de poco dormir, apenas dos horas durmieron y eso que al día siguiente ambos competían.
Al fín ocurrió,estaban juntos, ya eran novios, aquella triste y solitaria sevillana había desaparecido y en su lugar había llegado una sonriente jovencita, el joven malagueño estaba muy feliz con el hecho de estar con ella, no lo demostraba pero en el fondo se sentía feliz, él se lo demostraba a ella, a la persona que quería, no tenía que demostrárselo a nadie más.
Ella empezó a pensar si de verdad podía estar ocurriendo eso, si de verdad se podía estar enamorando de un malagueño, de ese malagueño, todo era nuevo para ella.
Se encontraban expectantes por volverse a ver, eran los más felices sobre la faz de la tierra, nada podía hacer que esa felicidad se perdiera, ya lo tenían todo planeado para el verano, ya sabían cuando se verían, que días iban a estar juntos.
Hicieron su primer mes y empezaron los pequeños roces que tiene el tener una pareja, no todo siempre es felicidad, solo eran sustos, pequeños disgustos para el corazón, pero que no podían acabar con ellos.
Un día tuvieron una pelea fuerte, y nuestra protagonista se fue, no sabía a quien acudir y se le presentó un amigo, él le dijo que la ayudaría, que la escucharía y que la apoyaría para que pudiera estar bien, pero muchas veces nos encontramos lobos con piel de cordero, el chaval se acercó a nuestra sevillana y la besó, un beso inocente, del cual reaccionó lo más rápido posible para alejarse de él, en ese momento no sabía que hacer, muchas emociones se le juntaban en su estómago, miedo, odio, tristeza, dolor y unas ganas enormes de desaparecer del mundo. ¿Cómo había podido fallarle al malagueño? ¿Cómo había podido equivocarse con alguien que no fuera su malagueño? no lo podía entender.
Mientras tanto nuestro malagueño se encontraba en el Peñón del Cuervo junto con un amigo preparando algo especial para su segundo aniversario con la sevillana, él le había estado contando a su amigo todo lo que quería hacer y le pedía consejo para ver si le parecía que estaba bien, a lo que el amigo dijo que por supuesto, que lo hiciera sin pensarlo ni una sola vez.
Fue a comprar el billete de tren para presentarse al día siguiente en casa de la sevillana, quería ver la reacción de ella al verle, estaba muy ilusionado, ese día debía disimular todo muy bien, nada podía fallar...


Llegó el esperado día, se encontraba en el tren llegando a Sevilla, tenía muchas ganas de verla. Estaba en su puerta, los nervios se lo comían, subió y ella abrió la puerta, cuando vio a su malagueño le empezó a temblar todo y de repente se lanzó a sus brazos y le dio un beso enorme. Pasaron un día maravilloso, todo el rato cariñosos y recordándose lo mucho que se querían, pero algo en el fondo de la sevillana peleaba con ella por salir, ese error la estaba matando lentamente por dentro.

Llegó la hora de que el malagueño se fuese de nuevo, ella volvía a estar triste pero sabía que pronto se volvería a ver y que estarían juntos de nuevo.
Esos días antes de verse se encontraba mal, no podía con la carga de ocultarle ese secreto a su malagueño, era demasiado para ella, le dolía en lo más profundo de su alma, sabía que si se lo decía lo podía perder y que si no lo decía acabaría hundida, no sabía que hacer, era todo demasiado confuso.
Al final se lo contó y el malagueño entró en "shock" no sabía que hacer, no sabía que decir, su mundo se venía abajo como un castillo de naipes, como había podido pasar todo eso, no supo que decir, solo se quedó callado, pensando en lo que aquella sevillana le acababa de confesar.

La joven sevillana cogió un tren a Málaga como ya tenían planeado desde hacía semanas, no sabía que ocurriría, peros i sabía una cosa y es que tenía una sola oportunidad para explicarse, una sola, él estaría esperándola en la estación para pedirle una explicación.
Se saludaron muy tímidamente y entonces ella empezó a explicarse, le dijo que no era su intención, que due un error, que le dolía mucho, que él no merecía lo que le había hecho pasar, que le pedía una segunda oportunidad.
Se la dio, contra todo pronóstico se la dio, la quería mucho, pero le dolía aún más lo que le había hecho, pero decidió luchar por ella, por ellos y por lo que la quería a esa joven sevillana. Fueron unos días bonitos con algunos bajones por parte del malagueño, que no podía quitarse esa imagen de la cabeza, la idea de que ella hubiera besado a otro le dolía más de lo que unas simples palabras pueden expresar, para él era inconcebible que ella hubiera hecho eso.
Último día en Málaga, todo había sido una dura prueba para ver si podrían continuar juntos, pasaron un día agradable los dos, playa,piscina, amigos y ellos dos juntos ¿Qué podía salir mal?
Ella sentía que algo iba a pasar, notaba al malagueño muy raro y entonces ocurrió, él la llevo a un lugar apartado y le dijo que quería hablar con ella,le dijo que no podía seguir con esto, que lo había intentado pero que la idea de que le hubiera fallado pesaba por encima de todo, que le dolía mucho lo ocurrido y que no quería seguir con ella, la dejaba...
Ella le pedía que no lo hiciera, le juraba y prometía que no volvería a ocurrir, entre lágrimas y súplicas le agarraba del brazo para que no se fuera, pero el malagueño no podía más, no quería sufrir más y se soltó,se fue y nunca miró atrás.
La joven se quedó sentada en la playa, sola, volvía a ser la chica triste del banco, y ella sabía que ese error le iba a pesar mucho tiempo, que iba a ser un ancla, ahora más que nunca necesitaba a su malagueño pero ya no estaba y ella sabía que nunca volvería...

Bueno hasta aquí la historia, espero que os guste y con ello deciros que si teneis algo que os hace felices y por muy mal que se pongan las cosas no os dejéis llevar por impulsos, por que puede ser que eso os cueste lo mismo que esta sevillana, a día de hoy está mejor y sigue adelante al igual que nuestro malagueño, pero ya no juntos, toda historia tiene un final y toda historia merece ser contada.


No hay comentarios:

Publicar un comentario