martes, 7 de mayo de 2013

Mi pesadilla

Hace un par de días que no concilio el sueño, que mis ojos no descansan lo suficiente, que mi mente está más cansada de lo normal.
Me voy  dormir como cada noche, pero en medio de la noche sobre las 4 o las 5 siempre me despierto con todo el cuerpo sudado, con mucho frío, con la respiración entrecortada. Corro hasta el cuarto baño a echarme agua en la cara y me miro y veo mi cara y me pregunto que estará pasando. 

Este es mi sueño, mi pesadilla....

Todo empieza conmigo entrando a una casa, una casa al final de una avenida muy oscura, toda llena de setos y de farolas.
La noche está más oscura de lo que nos tiene acostumbrados, pero supongo que será mi cabeza que la pone así de oscura, en el exterior no hay nada, ni coches, ni gente, solo el ruido del viento, de los grillos...

Entro en la casa y no sé por qué me recuerda a la casa de los gritos de Harry Potter, es de ese mismo estilo, destartalada, a punto de derrumbarse, con todo agujereado.
Me encuentro en el umbral de la puerta y de repente algo me empuja al interior, una fuerza extraña pero a la vez es familiar, la puerta se cierra tras de mí...

Me encuentro un candelabro y por casualidades del destino llevo un mechero; enciendo el candelabro y miro a mi alrededor.
Está lleno de cuadros, paneles con fotografías y letras escritas en la pared, escritas de color rojo, unas paredes que parece que se mueve, pero supongo que será mi imaginación.

Me acerco a uno de los cuadros y me fijo en que es un pasaje de mi vida, un fragmento de mi pasado colgado en la pared de una casa que ni si quiera recuerdo, no me gusta ni un pelo este lugar.
Me paseo por el descansillo viendo los cuadros y me detengo para observar cada uno de ellos.

¿Por qué están estos cuadros sobre mi vida en esta casa ajena? ¿Qué quieren decirme?

Lo descubrí muy pronto....

Eran cuadros culpatorios, cuadros para demostrarme todo lo malo que he hecho a lo largo de mi vida, mis grandes errores, mis fallos mas amargos.

Estaban todos y cada uno de ellos, me recorrí corriendo el pasillo viendolos todos, parándome en los que me interesaban, iban aumentado de tamaño según lo grande que fuera mi error.

Había cuadros que yo pensaba para mi mismo que no los veia como errores, pero mi subconsciente parece ser que si los ve como fallos.

De repente me paro en mitad del pasillo, algo se mueve en la oscuridad, una forma humana aparece de pronto, no sé quien es, no le veo la cara, no la distingo, cada vez está más cerca, cada vez noto más el frío que emana su cuerpo, intento retroceder pero algo me obstaculiza, me giro para ver que es y lo veo claro.

Mi amigo Crespi se encuentra a mi lado y entonces siento que estoy a salvo y que me va a sacar de allí, le pido que corramos para la salida, que se donde se encuentra, pero no me contesta, solo me mira fijamente con un brillo extraño en sus ojos, unos ojos que normalmente son verdosos y que en este momento se encuentran negros, sin brillo, entonces me doy cuenta de que algo pasa, algo le ocurre, le suplico que me hable, que me diga que le pasa pero no me quiere contestar, no tiene palabras para mi.

En ese instante me coge por los brazos y me da la vuelta y me pone mirando al pasillo de nuevo, me sujeta con fuerza para que no pueda escaparme, no entiendo por qué me está haciendo esto, de repente la figura que antes se encontraba al fondo del pasillo está justo delante de mí, es alguien que no querría que estuviera en ese momento ahí, que no me imaginaba que pudiera acabar ahí, era Nuria..

Me mira muy fijamente a los ojos, le pregunto por qué se encuentra aquí que corra y huya en busca de alguien que me saque a mi y a Crespi de esta maldita casa,  en ese momento me calla la boca poniendo su dedo en mis labios y me susurra al oido..
-Estoy aquí para enseñarte lo malo que has sido, lo mucho que has decepcionado a todos tus seres queridos.

Me entró el pánico, no sabía que les pasaba, ni por qué estaban haciendo estas cosas.

Comenzamos a seguir a Nuria, no sabía a donde me llevaban pero si sabía una cosa y es que me iba a doler mucho lo que viera en esa casa..

Terminamos de andar por el pasillo y llegamos a un enorme cuadro, se encontraba tapado y con mucho polvo, como si hubiera estado en ese sitio mucho tiempo sin que nadie lo viniera a ver, entonces lo destapó y apreció la imagen de mi abuela en la cama del hospital, muerta....
No podía parar de gritar que lo tapara, que escondiera ese cuadro, forcejeé con Crespi para que me soltara y no se si fui yo quien consiguió soltarse o fue Nuria quien le dijo que lo hiciera para verme humillado en el suelo, arrodillado delante de mi abuela, suplicandole que me perdonara, que no había sido mi intención, que era pequeño cuando todo pasó y que ahora era un hombre, solo recuerdo las risas de fondo de mis dos amigos, esas risas que suenan en mi cabeza.

Volvió a cogerme, como si ya no hubiera tenido suficiente con todo esto, me llevaron a la planta de arriba y no sé como las escaleras desaparecieron y ellos dos también, me encontraba en un pasillo en el que había 3 puertas y de lo más profundo de la oscuridad una voz muy grave empezó a decirme:

Ahora vas a ver a quienes les has hecho más daño, deberás entrar en las 3 habitaciones en el orden que tú quieras, pero no podrás tocar nada de lo que haya en su interior.

La voz desapareció.

Por un momento creí que podría quedarme en el sitio en el que estaba sin tener que ver que hay dentro de las habitaciones, pero algo me empujó a ver lo que contenían, algo me llamaba.

Entré a la primera habitación que había a mi izquierda y cuando entré descubrí un enorme cuarto muy iluminado, casi ni se podía ver sin tener que taparte los ojos para no quedarte ciego.
En el centro de la habitación se encontraban Ale y Tamara, creía que también se encontraban prisioneros de esa voz y fui a ayudarles, pero me pararon en seco, me dijeron que me estuviera quieto.
Ale habló el primero y me dijo que como tenía la decencia de mirarle a la cara después de todo lo que había hecho por mí, que no me merecía nada de nadie, que era un egoista y un judío que solo había conseguido traer la miseria y el dolor al grupo, a nuestros amigos, no entendía por qué me decía esto, no lo entiendo, cada vez me sentía peor, notaba mi corazón acelerarse en cada palabra más dura de la cuenta, Tamra permanecía impasible ante lo que decía Ale. Terminó de hablar y solo recuerdo su última frase, la más dura de todas, Ojalá nunca salgas de aquí, ojalá te pudras aquí dentro...

Ale se fue de la habitación y Tamara se quedó en el sitio en el que estaba, sin moverse,fui a suplicarle que hablara con él, que no quería que me dejara solo, pero Tamara se limitó a mirarme y de repente gesticuló una sonrisa, una sonrisa que la siguió las palabras: Tú te lo has buscado, te mereces esto y más.

Desapareció antes de poder decir nada.

De nuevo volvía a estar en el pasillo, una habitación menos, y un poco más hundido.

Entré en la segunda y se encontraban mis padres ( esta parte me la reservo porque es una paranoya que me duele demasiado como para contarla aquí) Lo siento lectores.

Salí de la segunda hundido, arrodillado en el suelo, llorando como un niño chico que se ha quedado solo, de pronto una pequeña mano me tocó el pelo y la miré y era yo de pequeño y me dijo que por qué me había convertido en esto, por qué había tomado estas decisiones, no supe que decirle.

Me acompañó a la última habitación, tenía el pensamiento de saber quien estaría dentro pero me equivocaba, estaban de nuevo Crespi y Nuria.

Ambos se encontraban sentados en el centro de la habitación en un banco y la habitación me resultaba familiar, porque había estado en ese lugar hacía poco, era Fuengirola, el banco donde estuvimos sentados cuando volvíamos a casa de Carlos, pero esta vez solo estaba viendo la escena de esa noche, en la que intenté irme cuando creía que no podía hacer nada por ninguno de los dos, observaba la situación a lo lejos y entonces mi otro yo se levantaba llorando, y entonces ella comenzó a llorar, desconsolada, solo podía escuchar los gritos de Nuria llamándome en la noche y los de Crespi pidíendome que volviera mientras ella le preguntaba por qué no volvía.

Yo sabía como iba a terminar esa escena, conmigo dándome cuenta de lo que los quiero, de lo que la quiero a ella y lo que aprecio a mi amigo, pero no fue así...
Mi otro yo no paró y siguió adelante su camino, yo no sabía que hacer porque veía irse a lo lejos a nuria y a crespi solos en la noche juntos y sin mí y por otro a mi mismo huyendo. Fui detrás mía y me alcancé, pero no podía tocar, la voz me dijo que no, le pregunté que qué hacía, que volviera con ellos pero me miró con desprecio y me dijo:

No te los mereces, ellos van a ser más felices sin tí, ellos ahora van a poder estar bien porque el que sobraba eras tú. No te mereces a personas como ellos y si no mira lo felices que son ahora todos ellos sin ti.

Me mostró una imagen todos ellos en un cesped riendo y hablando como si nunca hubiera existido yo, como si no les importara, no quise creerlo, no podía creer que ninguno me echara de menos, que ninguno me quisiera.
Le grité: MIENTES!!!!!

Él me contestó: ¿Eso crees? compruébalo tú mismo, pregúntale a ellos dos.

Me di la vuelta y estaba en el descansillo de la entrada principal arrodillado, llorando, fatigado, cansado, hundido, y ellos dos estaban delante de mí, agarrados de la mano y con una sonrisa enorme en la cara. Les pregunté que si estaban mejor sin mi y me contestaron que si, que gracias a que ya no estaba, ellos podían ser felices y vivir tranquilamente.

En ese momento se adelantó Crespi y me dijo que desde que no estaba él ya no pensaba en sus cosas y que todo era por que yo se las recordaba y que había tenido demasiada suerte en la vida y que no la merecía. 
Nuria se adelantó y me dijo al oido algo que ya terminó por acabar conmigo, algo que me rompió el corazón: Nunca has tenido la más mínima oportunidad conmigo, nunca habrías podido hacerme feliz porque no eres nada, eres insignificante para mi y nunca te he querido. Adios.

Entonces ambos salieron de la casa de la mano y antes de que se cerrara la puerta Crespi dijo que esta era mi tumba, mis errores son los que acabarían conmigo y eso es lo que iba a suceder.
La puerta se cerró y las paredes se fueron estrechando cada vez más sobre mí...

Entonces me despierto del sueño, lleno de sudor, y con lágrimas en los ojos y sobre todo con miedo a quedarme de nuevo dormido.

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